Que sea otro el tema, donde el mar comienza.
¿La aventura es el mar o esa forma
que se forma después, que va a vivir
en la memoria de los días? Una isla recuerdo
adonde el mar me llevó y del conocimiento
me abrió varias puertas. El océano
comenzaba antes, acababa después, allí
sólo proseguía, meciéndome en sus noches
de velas recogidas, de fáciles piñas,
de altos mástiles tocados de añoranza
cintilante como la estela de la luna.
Más tarde supe que estaba sin trabajo
pues no había Indias ni de infantas
el premio de una sonrisa. Pero combates
había para otros, torpedos y cañones
lejos no andaban. De aquella guerra
sólo yo fingía ser. Anclado velero
pensaba yo la isla, verde como el eslogan,
en ella sin las náuseas que sobre el mar
me atacaba en los navíos de la Insulana.
Marinero yo no era. El mundo antiguo
se vivía en los libros, reproducciones offset
multiplicaban los atlas, algunos poetas
bañarían en Grecia sus poemas. Yo,
estaba allí, parado en el tiempo, donde
el mar comenzaba y acababa, esperando
que en la plaza de la Matriz el reloj del sueño
tañese su regreso. Mi casa
estaba a oriente, allí acabaría
para mí el mar, y, sólo cuando desde la playa
lo viese, la imaginación podría murmurar
que a mis pies comenzaba y del viaje
sería excluido. Un rostro sin secretos
que las mareas negras enferman y me saluda
cuando el avión desciende y los motores despedazan
un mar de nubes que se deshace y recomienza.
Onde o Mar Acaba
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