1.
No sé de qué color son los navíos
cuando naufragan en medio de tus brazos
sé que hay un cuerpo jamás encontrado en algún sitio del mar
y que ese cuerpo vivo es tu cuerpo inmaterial
tu promesa en los mástiles de todos los veleros
la isla perfumada de tus piernas
tu vientre de conchas y corales
la gruta donde me esperas
con tus labios de espuma salobreños
tus naufragios
y la gran ecuación del viento y del viaje
donde el azar florece con sus espejos
sus indicios de rosa y descubrimiento.
No sé de qué color es esa línea
donde se cruzan la luna y la arboladura
pero sé que en cada calle hay una esquina
un resquicio entre la rutina y la maravilla
hay una hora de fuego para el azul
la hora a la que te encuentro y no te encuentro
hay un ángulo al contrario
una geometría mágica donde todo puede ser posible
hay un mar imaginario abierto en cada página
no me vengan a decir que nunca más
las rutas nacen del deseo
yo quiero la cruz del sur de tus manos
quiero tu nombre escrito en las mareas
en esta ciudad donde en el sitio más absurdo
en una dirección prohibida o en un semáforo
todos los ocasos me dicen quién eres tú.
2.
Oí decir que hay un velero que salió del cuadro
es él quien tal vez venga en la nube peligrosa
ese velero desaparecido que somos todos nosotros.
Desde mi ventana veo cómo pasa en el viento sur
otras veces sentado mirando el ángulo mágico
siento su presencia logarítmica
viene en un alejandrino de Cesário Verde
trae yerros y olor a mares
trae tu cuerpo irrepetible
tu vientre súbitamente perpendicular
a la recta del horizonte y los presagios
o tan sólo la otra orilla
el enigma que cintila y florece en el cedro de enfrente
cuál es ese país pregunto yo
Cuál es ese país donde todo existe y no existe
cuál es ese país del que llega este perfume
este sabor a alga y despedida
esta lágrima sólo de pensarlo y de sentirlo.
Es más que un lugar físico en algún punto del mapa
es quizá el adjetivo occidental
el verbo occidentar
el adverbio occidentalmente
quién sabe si tal vez el substantivo occidentamiento.
Está en la palma de la mano en el nervio en el destino
y también en tu cuerpo abierto al viento del nordeste
puede que sea tu rostro alegre y triste ese país
que existe y no
existe.
Yo no sé de qué color son los navíos
sé que a veces
en lo más recóndito
en el simple ondear de una cortina
en una corriente de aire
en un ritmo
hay un brillo súbito de estrella y brújula
una aguja magnética en el pulso
un mar por dentro un mar de dentro un mar
en el pensamiento
Hay un yo errante y marinero
apenas un signo
un latido
un corazón polar
algo que tiene el color del hielo y del antártico
y sabe a sur a miedo a tentación
una irremediable navegación interior
un navío fantasma amor fantástico
Senhora das Tempestades
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