Siglo XVII
Azulejos en serie
na vez que se extendió en Portugal el gusto por los revestimientos cerámicos en espacios monumentales (iglesias y palacios), comenzó a plantearse la cuestión de abaratar los costes. Encargar composiciones especialmente concebidas para cada espacio se fue tornando cada vez más dispendioso, por lo que se optó frecuentemente por la utilización de azulejos reiterativos.
Entre finales del siglo XVI y principios del XVII se realizaron algunas composiciones de escaqueados o jaquelados, a base de azulejos con colores alternados que iban creando dameros decorativos en las paredes. Aunque el coste del material fuese barato, su aplicación resultaba complicada y lenta y, por consiguiente, acababa por encarecer la obra más de lo deseado. Fue siendo abandonado gradualmente.
Los azulejos en serie, producidos en grandes cantidades y fáciles de aplicar, comenzaron a ser entonces utilizados, primero en módulos de 232 y después en módulos mayores, hasta alcanzar, bien entrado el siglo XVII, los módulos de repetición de 12312 azulejos, que generan secuencias diagonales de gran impacto visual.
El uso de jaquelados o azulejos en serie obligaba a rematar los contornos de las superficies revestidas con marcos o molduras que permitiesen una integración eficaz en los perfiles arquitectónicos.
Iglesia de Jesús,
Setúbal, finales del siglo XVI.
fotografía: Nicolas Lemonnier
Iglesia de Marvila,
Santarém, 1617.
fotografía: Paulo Cintra
y Laura Castro Caldas

"Punta de Diamante",
Iglesia de S. Roque,
Lisboa,
finales del siglo XVI.
fotografía: Nicolas Lemonnier
Iglesia de Marvila,
Santarém, 1635 · 1639.
fotografía: Paulo Cintra y Laura Castro Caldas
"Sala de los Cisnes",
Palacio Nacional de Sintra, ca. 1500.
fotografía: Nicolas Lemonnier
© Instituto Camões, 2000